He leído bastante sobre el hipocampo antes de empezar a escribir y creo que incorporaré poca información científica a este artículo. Lo que me interesa es explorar creativamente algunas ideas en torno al hecho que todos tenemos un órgano que desarrolla importantes funciones, alojado en la parte central interna del cerebro, justo entre los dos hemisferios, que recibe el nombre de hipocampo porque su forma recuerda en los humanos, a un caballito de mar.
Al hipocampo se le atribuyen diversas funciones. Forma parte del llamado sistema límbico y parece que está relacionado con la adquisición de memoria a largo plazo, la formación de imágenes y la percepción espacial, las emociones y la plasticidad neuronal. En qué medida está relacionado con estas funciones o de qué manera contribuye a que se ejecuten e interaccionen entre sí creo que son cuestiones que los científicos no están todavía en disposición de explicar con detalle y, además, no todos coinciden en sus ideas y conclusiones. Sin embargo, nadie pone en duda que el hipocampo es un órgano de vital importancia para que nuestro cerebro funcione y es uno de los principales responsables de la plasticidad neuronal.
Antes de decidirme a escribir sobre el hipocampo, he dedicado también mucho tiempo a trabajar con él. Con MI hipocampo.
El detonante fue escuchar a alguien que conferenciaba sobre neurociencia. Mi hipocampo no estaba muy atento a lo que se decía, estaba abstraído en otro asunto, en ese momento. Sin embargo, una frase pronunciada en un tono especialmente estridente llamó su atención y propició un bellísimo instante de autoconciencia, que en vez de desvanecerse ha sido el principio de un gratificante proceso creativo. El contexto de la frase no lo recuerdo, pero tuve tiempo de apuntar estas palabras en la esquina de un papel:
… El hipocampo, el creador dinámico, el órgano de la conectividad ….
Y fue en ese preciso instante en el que emergió una idea poderosa en mi cabeza, asociada a una imagen, que ha sido un auténtico descubrimiento en muchos sentidos:
Mi hipocampo es como un caballito de mar foliáceo, magnífico, dinámico y elegante, que tiene cierto parecido con los dragones de mar australianos, como el de la siguiente imagen:
Desde que soy consciente que mi particular caballito de mar foliáceo (así lo imagino yo), contribuye entre otras cosas a crear conexiones entre neuronas, he trabajado para mejorar mi comunicación con él e intento aprender cómo cuidarlo. Y en este proceso poético – científico he aprendido unas cuantas cosas y espero seguir aprendiendo muchas más.
He desarrollado pensamientos creativos, positivos y bonitos en torno a la idea de tener un caballito de mar creando conexiones dentro de mi propia cabeza y después de dedicar mucho tiempo al ejercicio, que continúa en marcha, me atrevo a proponer que hagáis lo mismo:
Imaginad y visualizad vuestro espléndido y exclusivo hipocampo, vuestro creador dinámico e invitad también a otras personas a que lo hagan. Sin restricciones de ningún tipo.
Movida por el deseo de escribir con exactitud, hace muchos días busqué información sobre los caballitos de mar. Descubrí que caballitos y dragones de mar son especies diferentes de una misma familia de peces marinos, los signátidos. Mi hipocampo se parece más a un dragón que a un caballito, pero me da igual. Lo que realmente es importante es que cada uno pueda imaginar con absoluta libertad su propio hipocampo. Puede tener prolongaciones que recuerden hojas y algas, ser transparente, o tener la capacidad de cambiar de aspecto y de color, si es así como lo imaginamos. No tiene por qué parecerse a ningún caballito real, si bien estos pueden servir de inspiración inicial, como los que muestro a continuación:
El ejercicio es sencillo, puede resultar atractivo y bonito y contribuye a incrementar la autoconciencia, la autoestima y refuerza una imagen positiva de uno mismo.
Una vez se tiene conciencia del propio hipocampo (y hay que insistir en el carácter exclusivo, bello, y de máximo potencial que todos tienen) es posible pensar en cómo cuidarlo. Sin embargo, una cosa es tener conciencia y otra diferente visualizar el propio hipocampo. Hay muchas maneras de hacerlo y pronto dedicaré otros artículos a continuar hablando sobre la propuesta que lanzo, un ejemplo de creatividad y neurociencia aplicada.
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He utilizado el masculino deliberadamente en todo el artículo. Eso no excluye que haya quien tenga un hipocampo hembra en su cabeza. Cada persona es libre de decidir la identidad sexual de su hipocampo.
Las hembras de caballito de mar depositan sus huevos en una cavidad del pecho de los machos y éstos los fecundan y se encargan de incubarlos hasta que están listos para iniciar una vida independiente.