¿Chineamos? Chineemos …

 

Chinear. (Del castellano, chino4: m. Bazar regentado por chinos)

  1. intr. Ir a comprar cualquier cosa a un chino.
  2. intr. Ir a un chino a mirar, con la intención de comprar cualquier cosa, en otro momento.

Estas podrían ser las definiciones del diccionario en caso de que la Real Academia Española, la RAE, aceptara las palabras “chinear” y «chino4″.

(Existe la palabra “chinear” derivada de «chino3″. Se usa en algunos países latinoamericanos con diversos significados relacionados con el cuidado, el mimo, el interés, etc. por los niños, las personas en general o las cosas)

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Nuestro “chinear” surgió hará unos dos años. Pertenece al particular conjunto de palabras que usamos mi padre y yo para describir algunas de las actividades que realizamos conjuntamente, cuando podemos. En aquel momento, ir a comprar o a mirar al chino se había convertido en una rutina.

La palabra la inventó él y a mí me entró un ataque de risa al oírla. Me pareció absolutamente apropiada y precisa de manera que la incorporamos a nuestro particular repertorio de palabras creativas y desde entonces ambos la seguimos usando.

El aún puede conjugar las formas subjuntivas de los verbos. Le gusta hacerlo y le complace. Tengo una teoría que explica el por qué, pero ahora no la voy a comentar.

El verbo chinear también admite subjuntivo.

– ¿Chineamos?, le pregunto

Y el responde usando el subjuntivo: Chineemos

Y entonces salimos juntos a chinear. Recientemente hemos descubierto un bazar inmenso donde hay expuestos miles de productos. A mí me va bien chinear con la intención de tener un catálogo visual de productos, en la memoria. A menudo mi trabajo me exige comprar cachivaches y materiales de todo tipo.

A él creo que le va de fábula ver cosas y hablar sobre ellas. Así que chineamos dialogando sobre todo lo que llama su atención: las tapas de las sartenes, los botes de plástico, los Budas y los jardincillos Zen, las bombillas, las linternas, los marcos para colocar fotos, etc.

Hay algunos lugares que siempre atraen su atención:

  • La sección de cajitas, cajas y cajones de madera.
  • El pasillo de artículos de papelería, que exhibe clips, imanes, lupas, rotuladores, reglas, cuadernos, pinceles, pinturas, etc. En él, encontramos hace unos días dos “MINI MANDALAS” estupendos.
  • El pasillo de materiales para hacer scratch book y todo tipo de trabajos manuales en el que hay colgados palos de madera redondos, planos, de colores, dentados, lisos; miniaturas troqueladas, etiquetas, cintas, sellos, adornos metálicos, etc.

Solemos adquirir algún producto de estas secciones. Creo, aunque no estoy muy segura,  que le da cierto carácter de utilidad a la actividad de chinear. Yo así se lo expreso:

Te agradezco que me hayas acompañado a comprar las cosas que necesitaba, así ya tengo otra cosa resuelta.

– Gracias a ti he descubierto unos palitos nuevos que no conocía. Voy a comprar unos cuantos para hacer pruebas. Tengo la sensación de que se pueden encajar entre ellos y voy a poder hacer alguna construcción.

– ¡Qué bien que hayas querido acompañarme!, necesitaba investigar sobre algunos materiales y ahora ya sé lo que tienen para cuando los necesite.

– ¡Cómo me alegro de que a los dos nos guste chinear y encima coincidamos en apreciar las mismas cosas!

– ¡Qué suerte haber venido contigo! Si no te llegas a parar ante los Budas no veo estas fascinantes bolas de cristal. Ahora mismo me compro una.  Tengo una colección de esferas impresionante, pero ninguna de cristal como esta:

Se sorprende una y otra vez con los mismos productos, y yo igual. Pero también con cosas nuevas, porque hay tantas, que siempre hay lugar para el descubrimiento, la sorpresa y el estímulo. Trazo una especie de recorrido selectivo que pasa por sus lugares preferidos, condicionado ligeramente por algún encargo familiar específico o alguna necesidad o capricho míos.

Siempre chineamos juntos. Hace unos días me explicó que ya había estado en el bazar con mi amigo el delgadito. No recordaba su nombre y le dije que yo tampoco, pero que sabía a quién se refería:

No supe buscarme en aquel momento un alias que encajara en su recuerdo disonante.

Aun así, espero que el próximo día que le pregunte:

– ¿Chineamos?

él me conteste conjugando su estimado subjuntivo:

– Chineemos…