Cuando hablo diariamente por teléfono con mi padre, puedo anticipar cuál es su estado de ánimo a partir de la fórmula que utiliza para saludar y el tono con que pronuncia las palabras.
Sorprendentemente, si se tienen en cuanta los estragos que causa el alzhéimer, dispone de un amplio y variado repertorio de saludos. He ido tomando nota últimamente de algunas de sus expresiones más habituales, que incluyen algunas en inglés.
Son muchos los días en que yo empiezo diciendo: Hello! How are you? Siempre procuro que suene alegre y musical. Otras veces se anticipa él y dice:
– ¿Qué cuenta mi hija Marta?
Repite la última frase que ha oído antes de coger el teléfono. Al cabo de un rato, no sé cuánto, el binomio se debilita, cada vez con más frecuencia y algunos días se deshace del todo. Lo sé cuando me cuenta por ejemplo que su hija le provee de mandalas. ¿Quién soy yo en esos momentos?, me pregunto. No trato de averiguarlo.
Hace unos días, cuando le pregunté cómo estaba, pronunció un «aiiiii» bajito y agudo que me dio risa. No sonaba a queja si no más bien a resignación con sentido del humor. No se me ocurre otra manera de describirlo.
– ¿Cómo hago para interpretar tu respuesta?, le pregunté. – Tienes un repertorio muy amplio de saludos y no sé si este lo conocía.
Le gustó mi observación y contestó:
– Oye pues es verdad y debería coger una libreta e ir anotando las palabras y eso. Pero tardaría mucho y no sé si …
Me entró la risa de nuevo y reaccioné rápido:
– Oye, pues si quieres te ayudo. Estaría encantada de tomar nota de todas las expresiones que empleas para saludar. Me encantan las palabras que usas y yo soy una auténtica artista tomando notas.
– ¿Sí? ¡No me digas! Oye pues estaría bien que lo hicieras. Yo es una cosa que nunca he hecho.
Le repito:
– Pues estaré encantada de ayudarte. Tomar notas es algo que hago continuamente. Es la manera que tengo de trabajar, escribo todo lo que se me ocurre en papelitos que voy acumulando hasta que un día los clasifico por temas y los ordeno.
Mi risa se debía al hecho de que acababa de proponerme que hiciera algo que ya estoy haciendo: Tomar nota de las expresiones que usa para saludar, cuando hablamos por teléfono. Y me hizo gracia la coincidencia de intereses y proyectos. Está claro que tenemos afinidad. La hemos tenido siempre. Y ello facilita ahora nuestra comunicación, a pesar de su enfermedad.
Él ha tomado notas muchos años de su vida, pero ya no lo puede recordar. Le gustaba hacer listas, de cosas muy diferentes. Conserva aún muchísimas libretas con anotaciones, pero ya no es consciente de que son suyas. Creo que yo he heredado la misma afición, pero no puedo explicárselo sin poner de relieve muchas cosas que han desaparecido de su memoria, así que no lo hago.
Continué la conversación con él hablando de tomar notas, haciéndole partícipe de una parte de mi trabajo. Es una de las cosas que sé que más le gusta y trato de aprovechar todas las ocasiones que se presentan.
No supe realmente interpretar su «aiiiii» inicial, pero fue lo que propició una grata conversación en torno a otras cuestiones inesperadas, y eso es lo que cuenta, desde mi punto de vista.
Si le hubiera preguntado al final de la conversación: How are you?, estoy segura que hubiera contestado well well, con tono alegre, en vez de decir so, so, o ni fu ni fa, como hace otros días.
No recuerdo ahora todo lo que comentamos, pero sé que nos reímos mucho. En algún momento, hablando de tomar notas me dijo:
-Tomo nota.
No sé si se dio cuenta de que había hecho un chiste, pero yo se lo hice ver y pude nuevamente alabar su gracia natural para hacer chistes sin siquiera proponérselo.
Acepta mis alabanzas con gratitud y humildad y a veces con cierta reticencia, cómo si no fuera para tanto, pero sé que le gustan y trato de no escatimarlas.