Mandalas dialogados

 

Los mandalas dialogados hace meses que han entrado en nuestra vida.

Hubo un trabajo previo, inesperado, espontaneo e intuitivo. Porque fue la intuición la que me indujo a pensar en cierto momento que podíamos sacarle partido al dibujo. Fue a raíz de un curso que impartí en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA), dirigido a maestros, el primer trimestre del curso escolar 2015-16. Trabajamos en torno a una exposición temporal titulada: “Especies de espacios” y exploramos las posibilidades de aplicación de diversas actividades y ejercicios para abordar el concepto de espacio, desde perspectivas diferentes.  El curso se titulaba: “Arte contemporáneo y educación especial”.

 Los enfermos de alzhéimer también son muy especiales. Y mi padre, aún lo es más.

Le propuse que participara ayudándome en un proyecto experimental de dibujo para poder valorar las posibilidades que ofrece trabajar transformando figuras y composiciones repetitivas. Estos son dos de sus primeros trabajos:

El objetivo era que se sintiera útil, dedicando algunos ratos a trabajar en algo que entrañara cierta dificultad para propiciar el ejercicio de sus habilidades y capacidades. Algo agradable que se convirtiera en un estímulo. A él siempre le ha gustado participar en mis experimentos creativos o en mis jueguecitos, como los llama a veces, así que ayudarme le hace sentirse bien.  Yo también realizaba los mismos ejercicios que le proponía:

Ese fue el principio y tiempo después, tras unos cuantos proyectos diferentes con más o menos éxito, llegamos a los mandalas. Los primeros aparecieron a raíz de una promoción dominical del periódico “La Vanguardia” y desde entonces han propiciado muchas cosas. Después han ido apareciendo otros modelos y otros formatos que ya no son propiamente mandalas, sino dibujos para colorear, muy diversos.

Este lo estamos pintando entre los dos y todavía no lo hemos acabado

 

Nosotros le hemos dado a los mandalas un enfoque especial.

Además de ser un trabajo individual que tienen ocupado a mi padre ratos más o menos largos según el día, se han convertido en un motivo de diálogo constante que estimula, estoy segura, sus facultades.

El trabajo solitario y silencioso de los mandalas tiene objetivos concretos que no voy a poner en cuestión. La atención y la concentración que requiere colorearlos sin duda aporta beneficios, sin embargo, sumergen a quien los hace en cierto aislamiento, que en el caso de los enfermos de alzhéimer no tengo claro que “sea lo mejor”. Sus mundos circundantes se van desintegrando poco a poco y se quedan retraídos y confusos ante un montón de cosas para las cuales no encuentran explicación ni sentido. El progreso de la enfermedad los aísla cada vez más, de TODO.

Nuestros mandalas dialogados tienen una proyección hacia el exterior, en vez de aislar, conectan, o por lo menos, tratan de hacerlo.

Conectan porque son el centro de numerosas conversaciones que llevamos compartiendo desde hace meses. Diariamente por teléfono, y con menor frecuencia, en directo.

Las conversaciones a distancia invitan a hablar de los progresos y permiten hacer hincapié en las descripciones y recordar vocabulario:

Cuéntame en qué cuaderno estás trabajando. Explícame que elementos aparecen en el dibujo en el que trabajas o en ese que planeas empezar para que yo pueda hacerme una idea. Y dime, ¿Cómo están dispuestos esos elementos? ¿Y qué colores estás utilizando o planeas poner? Sé que el trabajo entraña dificultades, pero estoy segura que a medida que avanzas también sientes satisfacción…

Por teléfono tengo la oportunidad de alabar la gracia con que combina los colores, la sensibilidad y el buen gusto que demuestra, lo originales que quedan sus diseños, lo divertidas que resultan sus ideas, lo interesante que me parecen sus planteamientos y también puedo expresar mi impaciencia por ver en directo sus avances.

Cuando nos vemos y podemos hojear juntos los cuadernos de dibujo, las conversaciones son más intensas porque las acompañamos con nuestros gestos, rostros y expresiones. Y surge la risa muchísimas veces, cuando me cuenta lo que piensa o lo que le sugieren algunos de los dibujos que pinta. Así han aparecido también los post-it, con notas adicionales que le animo a escribir, adheridas sobre algunos dibujos, para no estropearlos. Percibo a través de ellas cómo se deteriora su caligrafía.

En ocasiones repasamos y ampliamos las notas, y otras veces escribo directamente en la esquina de algún dibujo que suscita un comentario espontáneo, para no olvidarlo.

Hemos empezado a marcar algunas imágenes, como la mujer de ojos rasgados y rasgos delicados que le he sugerido titular: “Belleza oriental”. Anduvo muchos días perdida, en manos de no sabemos quién. Ahora la tenemos localizada y con ella, otros dibujos que nos resulta fácil encontrar, cuando le apetece que repasemos sus cuadernos y dialoguemos sobre ellos. Le gustaría poder reproducir algunos diseños sobre otras superficies como madera y tela y se los imagina colocados en acogedores espacios.

Hace días sugirió algo que tal vez podamos llevar a cabo. Tengo la impresión de que él ya lo ha olvidado. Pero yo no. Es más, su sugerencia me ha hecho idear muchas otras cosas que me encantaría poder poner en práctica…

Por lo pronto, esta sección dedicada a la creatividad y el alzhéimer va a seguir creciendo, como los árboles…