En el artículo que dediqué a hablar de materiales naturales apropiados para ser manipulados por los niños en el jardín de infancia, prometí desvelar qué tipo de fruto es una especie de pera enorme que cuelga cabeza abajo de algunos árboles, en esta época del año.
La manera en que yo lo descubrí aún me hace sonreír…
Fue hace muchos años, y recuerdo vagamente que uno de estos frutos había llamado mi atención de camino a casa. Colgaba de una enredadera trepadora y al cortarlo salió látex y me dejó las manos pegajosas. Era ligero a pesar del tamaño. Lo dejé encima de algún estante, bien a la vista en la habitación principal de la casa que hacía las veces de comedor, sala de estar y recibidor. Me había propuesto averiguar de qué se trataba y observar qué cambios experimentaba la extraña pera.
Días después, al llegar a casa y abrir la puerta me quedé absolutamente atónita al ver la habitación invadida de cientos de milanos voladores revoloteando por todas partes. No pude evitar un ataque de risa en aquel momento, me pareció absolutamente fascinante encontrarme rodeada de delicados y etéreos pelillos voladores. Tardé un buen rato en descubrir su origen, hasta que encontré el fruto que había cortado días atrás, totalmente abierto. Reconozco que después no me hizo tanta gracia el proceso de eliminación, los milanos volaban en todas direcciones y acabaron colándose en toda la casa…
Descubrí entonces que se trataba del fruto del miraguano (Araujia sericifera) una planta originaria de América del Sur, de rápido crecimiento en enredadera, que se ha adaptado bien al clima mediterráneo.
Cuando hace unos días alguien preguntó en el transcurso de una sesión de formación si sabía qué podía ser una especie de pera colgante, me acordé al instante de la experiencia.
Cuando concebí este artículo pensé en explicar algo que me pareció importante: no considero apropiado el fruto del miraguano para ser manipulado directamente por los niños. Sin embargo, siempre me parece interesante seguir examinando las posibilidades que ofrecen las cosas aun habiéndolas descartado inicialmente y ello me ha llevado a ir a buscar miraguanos, a hacer fotos, experimentos (que siguen en curso) y a escribir lo siguiente:
El fruto del miraguano puede ser objeto de un interesante proceso de observación por parte de niños de todas las edades. Ver su estructura interna cuando aún no está maduro y los cambios que experimenta hasta abrirse y dispersar todas las semillas que contiene, puede resultar una experiencia atractiva, bonita y divertida.
Estas son algunas de las fotografías que he hecho estos días:
Tengo otro motivo para defender esta sencilla idea y se lo debo al artista colombiano Nicolás Paris, que expone en estos momentos en Caixafòrum Barcelona su obra: “El diálogo, el rumor, la luz, las horas o (prototipo para material pedagógico). La semana pasada descubrí con sorpresa y simpatía que uno de los trabajos que forman parte de la exposición es un vídeo que sigue el recorrido de un milano viajero, impulsado por el viento, como los que salen del fruto del miraguano. El vídeo me pareció sencillamente delicioso. Y lo mismo la exposición, que sin duda alguna recomiendo ir a visitar a todo aquel que pueda y esté dispuesto a dejarse sembrar de relámpagos …
He dedicado unos días a trabajar con los miraguanos y me apetecía ver cómo salen las semillas volando, pero esta vez estoy haciendo un experimento de forma controlada y después de fotografiar una parte del proceso he metido uno de los frutos que he recogido bajo una campana de cristal, que no sé de dónde salió, y a la que hasta ahora no había encontrado utilidad. Ahora se ha convertido, momentáneamente, en una campana contenedora de milanos sedosos.