La mujer de la ventana y una bailarina en lo alto de una palmera

Contaba en el artículo que titulé “Estrategias” que hay una imagen que había tratado de ver recurriendo a todos los trucos que se me habían ocurrido y funcionado en otras ocasiones, y no lo había logrado.

La imagen en cuestión es una persona que parece que va a caerse de una ventana o del tejado. La percibe mi padre cuando su vista se queda posada en un punto concreto de la casa de un vecino.

Me sucedió que en el momento de subir la fotografía que había hecho de dicho punto, a la página del blog que estaba construyendo (en castellano), para ilustrar el artículo, de pronto vi lo que presumo que él percibe.

Previamente lo había intentado sin conseguirlo y lo último que se me había ocurrido había sido pedirle si me podía tratar de describir a la mujer en cuestión. Acababa de hacer fotos del lugar donde posa la vista y se las enseñé a través de la pantalla de la cámara por si a partir de ellas me daba alguna pista. Y me la dio, pero no la supe interpretar hasta pasados unos días.

A pesar de las dificultades que le supuso, trató de colocar su cuerpo en la misma posición que la persona que ve, sentado en la silla donde habitualmente pasa largos o cortos ratos en el jardín, según el día. Sujetó horizontalmente la muleta que le ayuda a caminar con ambos brazos estirados y trató de levantar una pierna doblada con el propósito de apoyar el pie sobre la muleta. No llegó a hacerlo, pero capté la posición en la que él intentaba colocarse y volví a mirar y a mirar la casa del vecino, sin éxito.

Pero lo cierto es que no me había olvidado la descripción que me hizo y de pronto al ver la fotografía en un tamaño reducido (siempre antes la había agrandado), percibí la silueta que él había tratado de reproducir con su cuerpo.

Le he pedido a una amiga entrañable que me eche una mano para trazar sobre la fotografía la silueta que mi padre percibe, después de haber hecho un burdo intento yo misma, con la intención de que todos la podáis ver.

Creo que nadie pondrá en duda que es posible ver a la persona que da la impresión que va a caerse. Yo no diría que es producto de las alucinaciones que produce el alzhéimer. La interpretación que hace su cerebro en este caso de lo que su vista percibe, tiene sentido. No sé expresarlo de otro modo. Los especialistas en el tema seguro que podrían dar explicaciones al respecto.

Lo que yo quiero, es dejar constancia de que vale la pena escuchar y atender lo que dicen los enfermos de alzhéimer y no dar por sentado que tienen alucinaciones inexplicables cuando ven cosas extrañas. Y si los entendidos en la materia defienden que el término correcto es “alucinaciones”, por lo menos deberían considerar la categoría de “alucinaciones explicables”.

Este no es el único ejemplo que puedo poner. Hace unos meses, cuando los Pájaros-Hojas (otro magnífico ejemplo) habían ya caído, un día de lluvia y viento mi padre me contó por teléfono que había una bailarina en lo alto de una palmera de la casa de un vecino.

Me llevé una sorpresa y probablemente me reí, pero no me burlaba de él, y eso lo percibe a la perfección a pesar de la enfermedad. Sabe que me río con las cosas que me cuenta porque me interesan y me divierten y además lo hace con mucha gracia. Ver (imaginar en mi caso) a una bailarina, danzando bajo la lluvia, en lo alto de una palmera, tal como él me lo contó, a mí me pareció sumamente divertido.

Aquel día me describió a la perfección lo que veía, con la lucidez además, de saber que lo que estaba viendo era producto del efecto de la lluvia y el viento sobre las hojas de la palmera. En ningún momento dio a entender que la bailarina fuera real. Sin embargo, como toda su vida, se prestó al juego y a la imaginación.

Memorizo visualmente los lugares y las cosas que llaman su atención para poder hablar de ellas aun estando a distancia, y sé perfectamente qué aspecto tienen las palmeras que ve desde el comedor, sentado en su butaca. Le prometí llevar mi cámara de fotos en cuanto fuera a verlo por si estaba a tiempo de atrapar a la bailarina pero  dos días después me dijo que ya no estaba.

Sin embargo, hice fotos de las palmeras el primer día que lo pude ir a ver. Sentía haberme perdido a la bailarina y así se lo dije.

Me olvidé de las fotografías hasta que días después las descargué en el ordenador y las archivé. Las estaba mirando y súbitamente me entró un ataque de risa: allí estaba la bailarina con su inconfundible tutú y un brazo apoyado sobre él, inmóvil como un autómata que se hubiera detenido en mitad de un movimiento.


Me entró mucha ilusión al comprobar que no me había perdido a la bailarina. Sí me perdí su danza alocada bajo la lluvia.

Presumiblemente el día que él la vio bailar, las hojas se agitaban frenéticamente dando la impresión que danzaba al son del viento. La lluvia las había mojado y tengo la impresión, a raíz de lo que él me contó, que el tutú se percibía aún mejor.

*

Tratar de ver lo que él ve, es para mí un reto y también una cuestión de respeto y consideración. Y ello influye en la manera como nos relacionamos. Sería muy distinto si mi risa fuera de burla o mi actitud de desprecio antes las inexplicables cosas que ve, que resulta además que sí son explicables (por lo menos algunas).

Ya lo he comentado otras veces, la risa es contagiosa y nos sienta a los dos de maravilla. Sus visiones son una fuente de diversión e inspiración para mí y nos permiten además tener largas charlas en torno a ellas.

El proceso que trato de seguir para intentar de descubrir el sentido de las imágenes que percibe me resulta difícil y me exige esfuerzo, paciencia y tesón. Estoy convencida de que el ejercicio me ayuda a tener una actitud respetuosa y empática hacia todas las personas (aunque no siempre lo consiga). Le estoy muy agradecida.

Madame Crisantemo y el cambio de estrategia

 

Pierre Loti pintado por Henri Rousseau

A menudo, muy a menudo, las estrategias que diseño y planeo llevar a cabo, sufren cambios inesperados sobre la marcha. A priori nada garantiza que vayan a funcionar en el sentido que pretendo. Y lo que ocurre es que con frecuencia cambia la percepción que tenía sobre un determinado asunto y me doy cuenta que es preferible pretender algo diferente a lo que había pensado inicialmente.

Hace pocos días estaba convencida de que valía la pena intentar que mi padre se olvidara de un libro que trata de leer y le produce alguna confusión.

He cambiado de opinión. Aunque el libro pueda inducirle pensamientos extraños en algunos momentos, he estado indagando un poco sobre él, de varias maneras  que ahora explicaré y voy a tratar de hacer lo contrario de lo que había pensado: en vez de procurar que se le olvide, centraré la atención en él.

Para saber del libro, lo primero y más importante que he hecho, ha sido preguntarle a él directamente cuando se ha presentado la ocasión, estando los dos solos. A pesar de los estragos que el alzhéimer ha hecho en su memoria, hay cosas que aún siguen vivas, aunque tal vez aletargadas, entre sus recuerdos. Se avivan normalmente a causa de un objeto, una palabra, una frase, o una imagen que llevan asociada una carga emotiva. Actúan como un detonante y dan vida en su mente a algunos recuerdos, por un espacio de tiempo impredecible.

El libro que trata de leer es una recopilación de algunas de las novelas del escritor francés Louis Marie-Julien Viaud, conocido con el pseudónimo de Pierre Loti (1850-1923). Ha actuado como un detonador y le ha hecho recordar que cuando era niño no lo pudo leer porque su padre no se lo permitió, arguyendo que no resultaba apropiado para su edad. También recuerda que en su casa se reunían familiares y amigos muy a menudo para hablar de libros, porque había mucha afición a la lectura. Tiene la impresión de haber oído hablar del autor en esas reuniones, en las que él no podía participar y siente una gran curiosidad e interés por leerlo. Le parece que hablaban muy bien de Loti.

Pierre Loti con dos de sus gatos

El vínculo emotivo que lo une al libro es evidente. Ahora tiene la ocasión de desquitarse y resolver algo que no pudo hacer de pequeño, darse la satisfacción de leerlo*. Su plan no entraña más peligro que, algunos detalles novelescos se incorporen a su propia biografía y le produzcan alguna confusión. También podría ser que ya lo hubiera leído, pero si es así, no representa ningún problema, porque no se acuerda.

*Me da pena pensar que en realidad ya no puede acceder a dicha satisfacción, aunque mantengamos la ilusión de que lo puede hacer.

Y me pregunto ¿Por qué voy a procurar que se olvide del libro? ¿Por qué en vez de eso no hablamos sobre el libro y todos los recuerdos y pensamientos que le suscita? Me parece mucho más apropiado y respetuoso. No lo había pensado así en el primer momento y sé por qué, aunque no lo explique. Lo que cuenta, a mi entender, es que ha cambiado mi percepción y eso me va a dar la oportunidad de modelar una nueva estrategia de una manera muy diferente a la que había pensado. Ha cambiado porque lo he escuchado.

Recurro a internet para seguir indagando sobre Pierre Loti. Leo con atención sobre su vida, sus viajes, y descubro que el libro de mi padre es una recopilación de algunas de sus novelas. Me llaman especialmente la atención los títulos de éstas y hay uno en particular que me atrae irresistiblemente: Madame Crisantemo.

Portada de una edición antigua de la novela de Loti

Sigo indagando y Madame Crisantemo me lleva a Madame Butterfly. Me sumerjo en recuerdos de mi infancia que me conducen a una de las piezas del juego del Majhong que había sido de mi abuelo. Fue un obsequio que recibió siendo cónsul de Costa Rica en España. He pasado largas horas jugando con él junto a mi padre y a mi hermana. La pieza de Madame Butterfly irrumpía en el juego para ser cambiada por otra. El afortunado que la había robado de la muralla, la colocaba sobre su atril, a la vista de todos. Madame Butterfly no participaba en el juego, sólo hacía de espectadora.

Vuelvo a internet y a Pierre Loti. Sin darme cuenta me he leído el capítulo de un estudio de Luisa Mª Gutiérrez, de la Universidad de Zaragoza titulado: Chrysanthème. Realidad o leyenda. Pierre Loti y A.B. de Guerville. Dos imágenes de Japón. Descubro que Loti es un personaje controvertido que hace gala de un sentido del humor mordaz y burlesco que raya el desprecio y que se pone de relieve en la mayor parte de su novelas y escritos y también en Madame Crisantemo. Mi curiosidad va in crescendo y no ceso hasta saber más del argumento.

Algunas anécdotas que leo sobre Loti me hacen sonreír. Seguro que a mi padre también, cuando le cuente algunas cosas que he descubierto. Siento que ya dispongo de material suficiente para convertir el libro que tanto le atrae en el centro de una emotiva conversación.

*

Quiero aclarar un detalle. Cuando digo: “el libro que trata de leer” es porque, aunque lea, su enfermedad no le permite retener en la memoria suficientes datos como para poder tejer y retener ningún hilo argumental, aunque sí algunos detalles inconexos.

Sabiéndolo, admiro el esfuerzo que realiza y contribuiré, mientras pueda, a mantener su ilusión.

 

Todas las imágenes de este artículo provienen de internet

Estrategias

 

Ando concentrada en diseñar estrategias: de disuasión, de distracción, de orientación espacial y temporal, de selección de posibles focos de atención, etc. El repertorio es amplio y continuamente barajo hipótesis en torno a todas ellas.

He consultado el significado de la palabra estrategia en el diccionario de la Real Academia Española, la RAE.  Descarto la siguiente definición:

3.f. Mat. En un proceso regulable, conjunto de las reglas que aseguran una decisión óptima en cada momento.

El alzhéimer no es matemático ni sigue ningún proceso regulable.  No hay conjunto de reglas que valgan. Resulta muchas veces imposible saber qué decisión va a ser óptima en cada momento.  Funciona la imaginación, la creatividad, la espontaneidad, la flexibilidad y especialmente, la emoción. Son conceptos que no se pueden expresar mediante algoritmos (creo que no es la primera vez que lo escribo).

Yo uso la palabra estrategia en el sentido de esta acepción:

2.f. Arte, traza para dirigir un asunto.

Pienso en estrategias a raíz de haber escrito el otro día, sin proponérmelo, sobre las maniobras de orientación que diariamente realizo cuando inicio la conversación telefónica con mi padre.

Me he dado cuenta de que constantemente trato de poner en juego estrategias diversas para hacer frente al deterioro progresivo de sus facultades cognitivas. Incluyen un buen repertorio de acciones posibles que no logro incrementar, sólo mantener a duras penas. Lo que servía hace unos días hoy ya no sirve. El proceso exige innovar constantemente para adaptarse a los cambios que se van produciendo.

El propósito principal de todas las estrategias es cuidarlo. Cuidarlo en un sentido amplio y profundo que me resulta complejo tratar de explicar. Sólo quiero destacar ahora dos ideas:

Equivale a tratar de proporcionarle tranquilidad paz y sosiego, mientras su identidad, la de los demás y el mundo fragmentado en el que habita, se desintegran paulatinamente.

Equivale también a tratar de preservar su dignidad.

Las estrategias que pongo en marcha tal vez sirvan de inspiración a otras personas. Tengo la impresión que se pueden transferir a otros escenarios. Las posibilidades dependen de los paralelismos que cada persona pueda establecer entre lo que yo vivo, percibo, siento y escribo y su propia experiencia, sea la que sea.

Llevo días tratando de imaginar cómo llevar a cabo alguna acción sencilla que logre fijar su atención en algo que pueda resultarle mínimamente agradable y atractivo, y a los demás, razonable. Me gustaría poder desviar su atención de una imagen que ha construido su cerebro (lo digo con todo respeto) y que aparece de forma recurrente cuando su mirada vaga por el jardín sin un objetivo concreto y se queda prendida en un lugar lejano de la casa de un vecino. La imagen en cuestión, la que él percibe, consiste en una persona (generalmente una mujer) colgada de una ventana a punto de caerse o de saltar. Le produce desasosiego.

La que yo percibo consiste en un conjunto de tubos de canalización de agua y algunos cables del tendido eléctrico, bajo el tejado, en una esquina de la casa.

Tengo que hacer un inciso obligado e imprevisto: !!! acabo de ver a la persona que quiere saltar!!!  El descubrimiento lo he hecho en el momento de incorporar esta foto a la página y va a afectar el párrafo siguiente. Léase como si este inciso no existiera y daré cuenta del feliz descubrimiento en otro momento.

He recurrido a todos los trucos que hasta ahora me habían dado resultado con los Pájaros-Hojas: achinar los ojos, desenfocar la vista, ladear la cabeza, mirar desde la misma posición que lo hace él, mirar sin querer ver, mirar queriendo ver, hacer fotografías y verlas repetidas veces después. No he tenido éxito, no consigo percibir a la persona que le parece que está a punto de caerse de la ventana y que le genera intranquilidad.

Un tímido intento de hablar de ilusiones ópticas, extraordinarias facultades de visión, y también de tubos de agua, no ha dado tampoco resultado alguno. Tal vez haya oído mis argumentos expuestos con mucho tacto, pero le han entrado por una oreja y le han salido por la otra, como se dice popularmente, sin haber dejado huella alguna. Es la mujer que está a punto de saltar la que ha dejado huella.

Me gustaría poner en juego alguna estrategia de distracción y tratar de cambiar el foco de atención cuando salga al jardín, de manera que exista un propósito, por pequeño que sea, que oriente su mirada.

Llevo también días pensando en cómo desviar su interés por una novela que trata de leer. Es de Pierre Loti. Creo que el libro perteneció a su padre y no tengo ni idea de cómo ha aparecido como texto de lectura. Sí sé que tratar de leerlo lo induce a confusión. Días atrás estaba preocupado porque por error habían incluido su nombre en una lista y ello significaba tener que irse a África unos días… La biografía de los personajes se confunde con la suya propia.

En mi cabeza todo se funde y se confunde, en sintonía con la situación. Le doy vueltas a una estrategia que incluye diversas maniobras:

1.Planeo dejarle un libro:  

Tal vez así se olvide del libro de Pierre Loti y piense en pájaros, en árboles, en casitas, comederos, bebederos…O tal vez no.

2.Tengo la intención de construir (si puedo, con su ayuda) algún elemento sencillo que podamos instalar para tratar de atraer pájaros a su jardín.

Es posible que así cuando esté en él tenga algo concreto y específico que le interese mirar y tal vez se olvide de la mujer que está a punto de caerse. Ojalá fuera así…

3.Pienso en tratar de incorporar como tema de conversación frecuente y habitual a los pájaros reales, además de mantener bien vivos a los Pájaros-Hojas

Creo que me dará pie a proponer diálogos telefónicos, actividades de observación, a contagiar y compartir observaciones e ilusiones, etc.  

 La estrategia tiene en cuenta varias cosas:

  • Aunque él ya no se acuerda, los pájaros siempre le han gustado e interesado. Tiempo atrás ya habíamos instalado algún comedero en la parte de atrás del jardín, en una zona que ahora piensa que no pertenece a la casa que habita. Tengo la impresión que tal vez podamos revivir algunas emociones agradables
  • A mí los pájaros también me atraen y me siento capaz de hablar sobre ellos el tiempo que haga falta sin cansarme ni aburrirme. Y también me siento capaz de escuchar las veces que haga falta, el mismo relato sobre cualquier asunto pajaril que él quiera explicarme.
La clave está en tener un tema para compartir. Aunque lleguemos a él a través de una estrategia de distracción, podemos tratar de convertirlo en mucho más que una mera distracción.

Arte, educación e innovación